Por: Ana Fondo

 

Ginebra, 1 de diciembre.- Con el objetivo de erradicar las formas contemporáneas de esclavitud, tales como trata de personas, explotación sexual, trabajo infantil, matrimonio forzado y reclutamiento de niños para conflictos armados, la Organización de las Naciones Unidas celebra el 2 de diciembre el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), actualmente más de 21 millones de mujeres, hombres y niños viven en esta condición. Entre ellos, 1.8 millones son sometidos, en América Latina y el Caribe, a trabajos forzosos, servidumbre, tráfico de personas u otras formas de esclavitud.

Las cifras del informe Ganancias y Pobreza: aspectos económicos del Trabajo Forzoso, presentado en 2014 por la OIT en Ginebra, confirman que las mujeres y las niñas representan el más alto porcentaje de población explotada laboralmente: un 55 % de la población en esta situación, lo que equivale a unos 11.4 millones de personas, es de género femenino. Por su parte, 9.5 millones de hombres y niños equivalen al 45% restante. Adicionalmente, la OIT calcula que los menores de edad representan el 26 % de la población en condición de esclava, es decir, unos 5.5 millones de niños y adolescentes.

La OIT indicó en su informe que el trabajo forzoso genera ganancias anuales aproximadas de US$150 mil millones y que dos terceras partes de estos recursos, es decir, unos 99 mil millones, provienen directamente de la explotación sexual comercial.

Los datos muestran, a su vez, que más de 34 mil millones de dólares se obtienen de la explotación laboral en el sector de la construcción, fábricas, minería y sus proveedores. Por otro lado, en el sector agrícola, la silvicultura y la pesca esta cifra alcanza los US$9000 millones y otros 8000 tienen como origen el trabajo dentro de los hogares, con empleados domésticos sin declarar. Los trabajadores migrantes y los pueblos indígenas son especialmente vulnerables frente a este tipo de explotación.

El director general de la OIT, Guy Ryder, insiste en la necesidad de emprender medidas concretas para “ayudar a estas personas y ello incluye que las grandes compañías asuman la responsabilidad por los métodos de negocio de sus proveedores”.

Por su parte, Luis Almagro, Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en declaraciones sobre la esclavitud en el siglo XXI mencionó que “existe un compromiso de los países para enfrentar esta lacra, con estrategias de prevención y protección a las víctimas, y la sanción de los responsables”.

El 20 de octubre pasado se lanzó así mismo la campaña 50 for Freedom para terminar con la esclavitud moderna por medio de la movilización de la opinión pública y el llamado a que, para 2018, al menos 50 países ratifiquen el Protocolo sobre el tema, que contempla medidas de prevención, protección e indemnización para erradicar las formas contemporáneas de esclavitud.

En el marco de la campaña, la OIT escogió la película argentina El Patrón: radiografía de un crimen, dirigida por Sebastián Schindel, para ilustrar el trasfondo del flagelo de la esclavitud moderna, y exponer de manera precisa la necesidad de ratificar del Protocolo de 2014, relativo al Convenio sobre el Trabajo Forzoso, con el fin de conseguir una actitud activa por parte de los Estados y la vinculación de todas las sociedades en esta lucha.

Expertos de la ONU como Umila Bhoola, Relatora Especial sobre las formas contemporáneas de esclavitud, advirtió en 2014 ante el Consejo de Derechos Humanos que algunas empresas privadas se valen del trabajo forzado para maximizar sus ganancias y recordó a los Estados “la necesidad de garantizar que las prácticas comerciales sean congruentes con los derechos humanos”.