El presidente de la Comisión de Investigación de la ONU sobre Siria describió la catástrofe que vive este país y llamó a los Estados y al Consejo de Seguridad a llevar a buen término el proceso político que busca poner fin a una guerra en la que han muerto cerca de 300 000 personas.

 

Por: Carmen Lucía Castaño

 

Ginebra, 22 de junio.- El presidente de la Comisión de Investigación de la ONU sobre Siria, Paulo Pinheiro, aseguró que todos los Estados del mundo deben abogar por que los países con influencia en la guerra y el Consejo de Seguridad de la ONU “se comprometan incondicionalmente con el proceso político, faciliten y promuevan el diálogo entre las partes beligerantes y no acepten un resultado que no sea la paz duradera”.

Ayer martes, durante la presentación del informe de la Comisión ante el Consejo de Derechos Humanos, Pinheiro llamó a la comunidad internacional a redoblar esfuerzos para detener el genocidio que el autodenominado Estado Islámico está cometiendo en Siria contra los yazidíes y “los numerosos crímenes de guerra que hemos subrayado se perpetran contra las minorías étnicas y religiosas”.

El comisionado recalcó que todas las partes involucradas en ese conflicto violan gravemente los derechos humanos de la población siria y el derecho internacional humanitario: “Los civiles luchan por sobrevivir aun cuando son víctimas a diario de bombardeos aéreos de las fuerzas gubernamentales, de ataques indiscriminados de actores armados no estatales y de grupos considerados como terroristas por la ONU, como ISIS, Jabhat-al Nusra y sus aliados”.

La Comisión de Investigación de la ONU sobre Siria está conformada por Paulo Pinheiro (Brasil), Karen Koning (Estados Unidos), Carla del Ponte (Suiza) y Vitit Muntarbhorn (Tailandia).

“La población sitiada está pagando demasiado caro por esta guerra”, continuó el comisionado. “La ayuda solo llega a la mitad de las 600 000 personas que están atrapadas en los lugares sitiados”, precisó.

Pinheiro hizo referencia al caso de Daraya, localidad ubicada a 8 kilómetros de Damasco, a donde el pasado 9 de junio llegó un convoy con comida e insumos médicos por primera vez en los cuatro años que lleva sitiada por fuerzas rebeldes.

“Exactamente un día después, bombardearon la localidad. Esto entorpeció severamente la distribución de la ayuda humanitaria”, dijo el comisionado, quien señaló que “las partes en conflicto deben dejar de usar la inanición como arma de guerra”.

“La infraestructura esencial para la vida cotidiana de la población siria está siendo reducida a escombros”: Paulo Pinheiro.

Pinheiro también se refirió al bombardeo deliberado de clínicas y hospitales y recordó que, desde que estalló la guerra en marzo de 2011, 700 personas que prestaban servicios sanitarios perdieron la vida.

En el mismo sentido, resaltó que la destrucción de la infraestructura esencial para la vida cotidiana de la población no se limita a los hospitales: “colegios, mezquitas, estaciones de tratamiento de agua… todo está siendo reducido a escombros”.

El presidente de la Comisión también dedicó parte de su discurso a quienes lograron huir del escenario catastrófico que describió en el informe. “Miles de hombres, mujeres y niños se ahogaron tratando de cruzar el Mediterráneo en embarcaciones repletas y no aptas para la navegación”, declaró antes de añadir que “es imperiosa” la necesidad de que Europa actúe para evitar que esto siga sucediendo.

“Los Estados concernidos tienen que entender que la solución a la crisis de los refugiados solo puede ser sostenible si se logran la paz y la estabilidad en Siria”, concluyó Pinheiro, quien ha sido presidente de la Comisión de Investigación desde que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU la creó en agosto de 2011, meses después de que iniciara esta guerra que ha llevado a casi cinco millones de personas a huir de su país en búsqueda de refugio.

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