Como un bufete de abogados enfocado en el desarrollo empresarial y la protección de derechos, nos gusta creer que la música es un lenguaje común que une barreras culturales y legales. América Latina, con su vibrante creatividad y expresión artística, ofrece un lienzo único para discutir la importancia del derecho internacional en el ámbito del arte y la cultura. Esta riqueza cultural exige una comprensión matizada de cómo protegerla. La música, como todos los demás esfuerzos creativos, está más efectivamente protegida por contratos.
Un contrato de banda, una situación quintessential de «cliente contratando a proveedores», es un compromiso conceptual entre abogados y músicos. Estas plantillas proporcionan claridad y estructura sobre lo que cada miembro de la banda puede esperar de los demás, así como una distribución financiera equitativa de las ventas de su arte. En manos de negociadores reputados y experimentados, estos acuerdos aseguran que los derechos creativos estén protegidos y que el proceso de colaboración sea justo.
A escala internacional, la falta de estos acuerdos básicos abre las puertas para que los artistas sean explotados, estafados e incluso para el tráfico de personas. Piensa en la última vez que fuiste a un concierto o compraste un álbum, y cuántas personas apoyaste indirectamente con cada compra. Lo mismo se aplica al universo de creativos, grandes y pequeños, que hicieron posible el arte. Pero no todos los discos son iguales, y algunos pueden robar a los artistas individuales su sustento ganado con esfuerzo.
Un caso en cuestión, considera esto:
Este es solo un ejemplo de los tipos de violaciones de derechos humanos que están ocurriendo actualmente, no solo en América Latina, sino en todas partes del mundo donde se crea arte. Al vincular legalmente a cada parte interesada a los términos del acuerdo, se asegura que todos reciban una compensación justa por su trabajo.
Y no debería sorprender que la ONU haya abordado esto y problemas similares en sus Principios de Derechos Humanos. «Toda persona tiene derecho a participar en la vida cultural», establece el artículo 27, y es importante señalar que la ONU define a fondo las acciones que se deben tomar para proteger ese derecho, no solo por parte de los gobiernos, sino también por otros individuos en todos los sectores. La capacidad de una plantilla de contrato de banda para salvaguardar los derechos creativos sigue los contornos delineados en los principios de derechos humanos de la ONU, particularmente en los artículos 8, 11 y 13.
Un subconjunto de protecciones delineadas en los principios de derechos humanos de la ONU se refiere a la distribución equitativa de las ganancias financieras del trabajo de un artista. El artículo 17 de los Principios de la ONU cubre el derecho a la propiedad, que incluye la «protección de los derechos del artista». El derecho de un artista a la propiedad, incluyendo tanto su sustento como sus ingresos, es fundamental para el respeto de la ONU por los derechos del individuo.
Pero además, considerando la forma en que puede unir la creatividad con los negocios, cómo cada colaborador puede protegerse a sí mismo a través de esta simple plantilla de alto nivel, es fascinante por sí mismo. Y cuando pensamos en estos documentos como una ventana a cómo funciona realmente el derecho internacional en la práctica, el contexto cultural nos dice que las negociaciones pueden no ser siempre tan transparentes como desearíamos. Los trazos amplios no pueden tener en cuenta factores individuales, y las matices de un país latinoamericano particular no pueden reemplazar la falta de plantillas para un uso más universal. Pero si todos los involucrados en un proyecto internacional y colaborativo acuerdan negociar hacia un uso mutuamente beneficioso de la plantilla de contrato de banda, tendrán las herramientas para esfuerzos colaborativos sostenibles y duraderos.
Y puedes comenzar este proceso por tu cuenta, ahora mismo. Con un poco de orientación de tu parte, puedes crear el próximo éxito.