Por: Diego de León Sagot

 

Ginebra, 25 de enero.– Transitar del “vivir mejor” a un modelo en el que se promueva “el vivir bien”, es lo que propone David Choquehuanca, ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia. Las implicaciones de este paradigma, inherente a la cosmovisión de pueblos indígenas y que la administración del presidente Evo Morales ha retomado en parte en sus políticas públicas, fue motivo de una conferencia el pasado 15 de enero en la sede de la ONU en Ginebra.

“El vivir bien apenas empieza a desenterrar códigos, valores, principios que han sido tapados hace 500 años. Estamos en pleno proceso de recuperación, de desentierro de estos valores. Todavía no se está implementando, sino estamos empezando a recuperarlo de manera comunitaria”, explicó el Canciller en entrevista exclusiva con Panorama.

“El cambio no es de la noche a la mañana, somos resultado de un sistema vigente, todos, los indígenas, los no indígenas… nos han enseñado lo que jamás, quizá, nos deberían enseñar, y estamos recién reaccionando, recuperando nuestra autoestima y valorando lo que tenemos nosotros”, dijo el máximo representante de la diplomacia boliviana.

Ante embajadores y delegados de organizaciones no gubernamentales, Choquehuanca explicó que en la actualidad “vivimos las consecuencias de la aplicación de un modelo de desarrollo que busca el vivir mejor, y ¿qué tenemos?, inquirió ante la audiencia: pobreza, migración, crisis alimentaria, energética, financiera, del cambio climático, puras crisis, puros problemas”, alertó.

 

 

“Nadie está contento de lo que tenemos hoy, no estamos conformes, hay incertidumbre en nuestro planeta, hay caos, vivimos la crisis global del capitalismo” sentenció al afirmar que parte central del problema es que “no estamos pensando en función de todos y todas… y del todo –el Taj Pacha en idioma aimara–, nos han separado de la naturaleza. Ya no pensamos en la comunidad, en la vida, vivimos la dictadura del dinero, no tomamos las decisiones nosotros, sino el nuevo patrón: el mercado”.

Pero toda crisis también es una oportunidad, recordó. “La solución no solo está en manos de los presidentes, ministros, embajadores y parlamentarios, sino fundamentalmente en manos de nuestros pueblos” afirmó.

Confrontado durante nuestra entrevista a cómo Bolivia lleva a la práctica este concepto del vivir bien frente al modelo de desarrollo dominante, la incursión de empresas transnacionales, la actividad extractivista y el impacto de éstas en las comunidades, el Canciller reconoció ser “conscientes” de la realidad, “no podemos ignorarla”, aseveró.

Según explicó, “en Bolivia, como en todas partes, estamos trabajando nuestros programas de desarrollo, que responden todavía al vivir mejor… pero nosotros hemos planteado nuestra “Wiphala” –en alusión a la bandera de los pueblos indígenas que representa al arcoiris– que busca el vivir bien. Se está construyendo y se está implementando en algunos espacios, aseguró.

“No hay que ir a los extremos, hay que buscar las complementariedades y no hay que apresurarse”, dijo el Canciller. “Nuestra Constitución garantiza la propiedad individual, empresarial y comunitaria, hay una mezcla todavía que se está implementando… pero estamos viviendo un proceso de revolución cultural y democrática y los cambios no son de la noche a la mañana, sino de generaciones”, alertó.

De acuerdo con el Canciller, Bolivia está entrando a dar valor agregado a sus recursos naturales. “Queremos entrar en la etapa de la industrialización, pero en armonía con la naturaleza, con implementación de tecnologías amigables”.

 

¿En qué consiste el vivir bien?

En este paradigma, según explicó Choquehuanca, las decisiones debemos tomarlas por consenso. En democracia “las mayorías someten a las minorías o las minorías se someten a las mayorías y someter al prójimo no es vivir bien”, advirtió.

El consenso da lugar a que podamos expresar no solo lo que pensamos, sino también lo que sentimos, argumentó el Canciller. El consenso es saber expresar nuestro “pensasiento” –palabra compuesta que reúne lo que pensamos y lo que sentimos–. “Es mejor que las decisiones las adoptemos mediante el consenso, y si necesitamos más tiempo, tenemos que darnos más tiempo”, recomendó.

También hizo referencia a un conjunto de símbolos que son parte de esa cultura que promueve vivir mejor, como las banderas. “Nos han dividido con banderas nacionales, con himnos nacionales, nuestro continente ha sido descuartizado. En el Abya Yala –continente americano– no habían fronteras que nos dividían, ni banderas o himnos”, relató.

La Wiphala es el gobierno de todos, explicó, en tanto la bandera es el gobierno de las mayorías. En el vivir bien se trata de complementariedad, en el vivir mejor, de libertad. La bandera representa la lucha por la libertad, es un símbolo para fortalecer nuestras democracias, y abogar por la libertad, la justicia, la dignidad y los derechos humanos; en cambio, la Wiphala representa nuestra lucha por el consenso, la complementariedad, el equilibrio, la identidad y los derechos cósmicos, no sólo los de los seres humanos.

“No estoy contra la democracia, sino que hemos planteado algo que va más allá. No estoy contra la libertad, necesitamos luchar por ella, pero no es suficiente, además cuando hablamos de la libertad hablamos solamente de los seres humanos, y no de todo lo que existe”, explicó el Canciller.

 

Los derechos de los campesinos

Bolivia es promotora en Naciones Unidas de la discusión de una Declaración sobre los derechos de los campesinos. ¿Por qué es una prioridad en su política exterior en materia de derechos humanos?, le preguntamos. “Los campesinos son los que producen los alimentos, si no fuera por ellos, ¿qué vamos a comer?”, replicó el Canciller.

Entrevista concedida a Panorama, en la sede de la ONU en Ginebra.

Entrevista concedida a Panorama, en la sede de la ONU en Ginebra.

“Ellos son los que llevan alimentos a las grandes ciudades, es más, los campesinos en Bolivia llevan lo mejor a las grandes ciudades y lo que nos queda –dice incluyéndose–, se lo damos a nuestros hijos.

Los campesinos no son como las empresas, su visión es otra, producen para alimentarnos, en cambio, las empresas nos hacen comer, explicó Choquehuanca. “No es igual comer que alimentarse”, aclaró y advirtió: no sabemos qué estamos comiendo, puede que nos estemos envenenando, por eso es importante recuperar nuestra alimentación.

El país andino aboga por los derechos de los campesinos, “porque son ellos los que producen nuestros alimentos… todos deberíamos apoyar”, concluyó.