Dilma Rousseff sentenció que nadie publicará datos implicándola en la corrupción

por | 12-03-2017

La expresidenta brasilera, Dilma Rousseff, desafió a la prensa a publicar evidencia que la comprometa con la corrupción y reafirmó su compromiso con la campaña por la reelección del expresidente Lula da Silva.

“Nunca pedí dinero por debajo de la mesa, y nunca recibí nada. Nadie puede decir lo contrario”, afirmó la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, durante una rueda de prensa este fin de semana en Ginebra, en donde está invitada por el Festival y Foro Internacional de Cine y Derechos Humanos, que coincide con la primera sesión anual del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. La exmandataria desafió a los medios de comunicación a publicar datos que la involucren en la corrupción.

El desmentido de Rousseff sale al cruce de la mención de su nombre en el contexto del escándalo internacional protagonizado por la constructora brasileña Odebrecht, una multinacional presente en 28 países y con 168 000 empleados, que pagó sobornos para abrirse mercados en la última década, sirviéndose de la banca suiza. La fiscalía helvética tiene bloqueadas unas mil cuentas bancarias con depósitos de 800 millones de dólares, en gran parte provenientes de Odebrecht, pero también del gigante de la energía Petrobras, un segundo escándalo que sacude en paralelo a Brasil.

El dueño de la constructora, Marcelo Odebrecht, quien actualmente está preso, negoció una reducción de la condena de 19 a 10 años de cárcel, a cambio de confesar sus delitos. Saldrá en libertad vigilada a fines de 2017 y pretende salvar su empresa del naufragio asumiendo incluso cuantiosas multas, mientras aguarda pactar un trato clemente con otros países donde pagó sobornos para obtener grandes obras: Venezuela ($98 millones), República Dominicana ($92 millones), Panamá ($33,5 millones), Argentina ($35 millones), Ecuador ($33,5 millones), Perú ($29 millones), Guatemala ($18 millones) y Colombia ($11 millones).

Marcelo Odebrecht afirmó en días pasados que había financiado ilegalmente la campaña electoral de Michel Temer, antiguo vicepresidente de Dilma Rousseff, quien la sucedió luego de que la destituyeran como presidenta en 2016. La exmandataria fue tajante en al negar que se haya favorecido con ese supuesto financiamiento al hoy “presidente ilegítimo”. Con una sonrisa afirmó que fue un error su alianza con él, líder del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), para ganar las elecciones presidenciales de 2011.

Sin identificar responsables, Rousseff denunció en Ginebra el “golpe de Estado parlamentario” que la separó de la jefatura del Gobierno. “Entendieron que no podían tomar el poder democráticamente (…) creyeron que sacándome a mí iban a frenar el lava jato (limpieza rápida)”, como llaman a la operación de la magistratura que pretende erradicar la corrupción.

La expresidenta aprovechó entonces para revindicar ser autora de la ley que creó la figura de las “delaciones premiadas” en Brasil. La norma castiga a los corruptos y admite rebajas de penas si los acusados colaboran con la Justicia. Su aplicación se ha convertido en una bola de nieve en el caso Odebrecht, con 77 altos cargos imputados dispuestos a seguir el ejemplo de su jefe en la revelación de sobornos para conseguir alguna rebaja de las penas, un voluminoso sumario que ya congrega 250 inculpados.

Rousseff defendió a su mentor, el expresidente Luis Inácio “Lula” da Silva, con quien llevara a cabo el plan de “Pobreza cero”, que sacó a más de 30 millones de brasileños de la miseria y la exclusión y cuyos logros, sostuvo, estarían hoy “en riesgo”. Declaró, además, que “no es cierto que hay mejoras con Temer: la crisis se ha profundizado, las cifras de este trimestre lo demuestran”.

Rousseff fijó como objetivo de sus intenciones políticas ayudar para que Lula sea candidato en las presidenciales de 2018, aunque no descartó aspirar a un escaño de parlamentaria. Sin embargo, recordó que milita en política desde los 15 años y que la mayor parte de su trayectoria no fue en funciones públicas. “Han criminalizado la política (…) en 2018 tenemos una cita con la democracia en Brasil”, que “está siendo atacado por parásitos que hacen peligrar a las instituciones”, aseguró.

“Garantizar que Lula tenga la posibilidad de ser candidato es muy importante en estos momentos, (…) ha atravesado un periodo durante el cual todos los medios de comunicación estaban contra él, donde hubo intentos de arrestarlo, de llevarlo a la cárcel. Pero sigue arriba de todos en todas las encuestas”, explicó Rousseff, sucesora en la presidencia de Lula y compañera de ruta en el Partido de los Trabajadores (PT).

El expresidente Lula enfrenta en la justicia cinco acusaciones de corrupción vinculadas a Petrobras. No obstante, se perfila como candidato del PT y es el favorito para las elecciones del año que viene. En los sondeos, solo él y el diputado de ultraderecha, Jair Bolsonaro, aumentan en popularidad. En tanto el conservador Michel Temer apenas cuenta con 10,3 % de opiniones favorables, de acuerdo con un sondeo de opinión del pasado mes de febrero.