Por: Mélanie Belfiore

 

Ginebra, 18 de septiembre.- Estas fueron las palabras del ruso Aslan Abashidze, experto de las Naciones Unidas, en referencia a las sanciones comerciales, económicas o políticas de un Estado contra otro, conocidas como medidas coercitivas unilaterales.

Este fue el tema más discutido ayer en el Consejo de Derechos Humanos, en el marco de su trigésima sesión, en donde coincidieron dos reuniones que giraron en torno a ese debate: la presentación del primer informe del Relator Especial sobre los impactos negativos de las medidas coercitivas unilaterales y el panel bianual de discusión encargado de redactar un reporte en la materia.

Según el Consejo de Derechos Humanos, dichos mecanismos son “medidas que incluyen las económicas y políticas, aunque no se limitan a ellas, impuestas por Estados o grupos de Estados para coaccionar a otro Estado a fin de obtener de éste la subordinación del ejercicio de sus derechos soberanos y provocar algún cambio concreto en su política”.

Hace décadas que las acciones de bloqueo se discuten a menudo en el marco de las Naciones Unidas. Se trata de una temática controversial que hasta hoy no logra clarificarse por completo en el marco del derecho internacional. Como bien lo explicó el Relator Especial, Idriss Jazairy, “todas las medidas coercitivas unilaterales no son ilícitas, pero no son legítimas”.

¿Por qué? Un Estado no tiene la autoridad jurídica de administrar una sanción sobre otro, pero el derecho internacional no obliga a ningún país a mantener buenas relaciones comerciales con otros. Así, un Estado puede minimizar sus relaciones con otro, siempre y cuando no viole los derechos humanos de sus ciudadanos.

Las medidas coercitivas unilaterales se encuentran en una cierta nebulosidad jurídica, puesto que es difícil poder definir cuándo una situación es un bloqueo y en qué medida afecta los derechos humanos de los habitantes de un Estado.

Aun así, los Estados que acuden a ellas justifican sus medidas coercitivas con el argumento de que intentan proteger a las poblaciones que se encontrarían bajo cierto poder nocivo para los derechos humanos. Pero, como lo destacó durante el panel el experto egipcio Mohamed Abdel-Moneim, profesor de derecho internacional, las buenas intenciones no cuentan si acaban provocando consecuencias negativas.

La Carta de las Naciones Unidas no permite a un Estado solo decidir emprender acciones coercitivas puesto que pueden violar o perjudicar la realización de los derechos humanos de la población del país afectado. Por esta razón, las únicas medidas coercitivas que Naciones Unidas considera legítimas y legales son aquellas decididas por el Consejo de Seguridad que, además de ser multilaterales, son emprendidas tras una evaluación de sus posibles consecuencias negativas.

Al final de la discusión, el relator Jazairy lamentó que los Estados que imponen acciones coercitivas no se pronunciaran durante el debate, como fue el caso de Estados Unidos, que estuvo presente en la sala, pero no tomó la palabra.

Para él, la manera de proteger los derechos humanos en el marco de la puesta en marcha de medidas coercitivas reside en el debate transparente con otros organismos internacionales, como el Banco Mundial, o con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos con el fin de evaluar sus potenciales consecuencias negativas de manera objetiva.

Jazairy también insistió en la necesidad de crear un registro de todas estas situaciones, para cada país, con el fin de evaluar cada caso y poder prevenir, minimizar y reparar toda posible violación de los derechos humanos.

El bloqueo a Cuba es “contraproducente”

El experto Aslan Abashidze lamentó el bloqueo económico al cual está sometida Cuba, así como todas las medidas coercitivas emprendidas fuera del ámbito del Consejo de Seguridad, y que son, por lo tanto “ilegítimas”.

Según Abashidze, el bloqueo impuesto a Cuba por los Estados Unidos hace más de 55 años “es contraproducente” puesto que perjudica el ejercicio de los derechos económicos, sociales y culturales de la población de la isla y compromete el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Por esa razón, el catedrático ruso calificó las medidas coercitivas unilaterales de “inmorales”.

En el momento de la intervención de los Estados, Cuba pidió el apoyo de la comunidad internacional para terminar con el bloqueo y agregó que si bien reconocía “la voluntad expresada por el presidente estadounidense de trabajar por su eliminación”, para lograrlo bastaría con que el presidente Obama “aplicara con determinación las amplias facultades ejecutivas que tiene para ello”.

El informe del Relator Especial sobre las repercusiones negativas de las medidas coercitivas unilaterales en el disfrute de los derechos humanos está disponible en este enlace.